21 de novembre 2019

Against the riggers

El enemigo conoce el sistema
Manipulación de ideas, personas e influencias después de la economía de la atención

Uno de los errores recurrentes de la izquierda es pensar que el populismo es la estrategia de los imbéciles, cuando la historia demuestra que no puede ser tan imbécil cuando consigue un éxito arrollador. Ya en Los orígenes del totalitarismo, Hannah Arendt explica que este tipo de estrategia está diseñada deliberadamente para desprender a la sociedad educada de sus recursos intelectuales y espirituales, convirtiendo a la población en cínicos o en niños, dependiendo del ego y el aguante de cada uno. Una doctrina del shock que precede a la escuela de Chicago y que ha sido característica de todos los totalitarismos contemporáneos, del nazismo alemán al estalinismo ruso, pasando por el fascismo italiano.

En un mundo eternamente cambiante e incomprensible, las masas han llegado hasta el punto de que podrían, al mismo tiempo, creer todo o nada, pensar que todo era posible y que nada era verdad... Los líderes de masas totalitarios basaban su propaganda en la correcta premisa psicológica de que, en esas condiciones, uno podía hacer que la gente creyera la declaración más fantasiosa un día, y saber que si al día siguiente les dieran la prueba irrefutable de su falsedad, encontrarían refugio en el cinismo. En lugar de abandonar a los líderes que les habían mentido, clamarían que supieron en todo momento que la declaración era mentira y admirarían a los líderes por su agudeza táctica superior.